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COVID-19 Y LA INMUNIDAD PROGRAMADA

En la actualidad, hablar de COVID-19 es tan natural como el dar los buenos días. Y todo parece apuntar a que no es una situación que vaya a cesar en un tiempo cercano. De modo que, quisiera abordar este tema desde un punto de vista que no se ha tocado y que según parece, no se va a tocar, es decir, sin miedo.

Para esto, debemos considerar los hechos desde un punto de vista objetivo y obedeciendo en primera instancia al razonamiento lógico. Ahora bien, los datos descritos a continuación, bien pudieran considerarse de conocimiento general, sin embargo, nunca dejaremos de insistir en la importancia de siempre verificar, corroborar o investigar por tu cuenta los datos proporcionados.

Antecedentes



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Las primeras variantes del Orthocoronavirinae (familia de coronavirus) están presentes desde el 3,300 a.C. y la humanidad sigue aquí. No es un virus nuevo y letal que apareció recientemente para acabar con nosotros.

Ahora bien, sabemos que los virus “mutan”, sí. Sin embargo, exactamente lo mismo hacemos nosotros, en ambos casos con el propósito instintivo de adaptarnos a lo que nos rodea para sobrevivir de la mejor manera posible y transmitir después esta adaptación a futuras generaciones para preservar la especie.

Dicho esto, el mismo virus, en variantes diferentes ha estado en contacto con la humanidad por más de 5,000 años. Lo que implica forzosamente que nuestros antepasados en un número inimaginable de generaciones tuvieron contacto con este virus, y el hecho de que ya estemos nosotros aquí significa forzosamente, que no perecieron gracias a él. De modo que, obedeciendo a la misma regla de la adaptación de: “Todo aquello que no te mata te hace más fuerte” es mera lógica suponer que transmitieron su adaptación a las siguientes generaciones hasta el punto presente.

La siguiente deducción lógica es entonces, que en la actualidad existen personas con lo que llaman “inmunidad innata” al virus, y por tanto no enferman o transmiten Covid-19.

Una vez dicho esto, aclaremos que lo que es de nuestro interés en este momento, no es si eres o no uno de los “afortunados ganadores del boleto de lotería” con una inmunidad innata; más bien el reconsiderar el por qué de que algunos individuos (ya sea en el 3,300 a.C. o ahora) son capaces de desarrollar una inmunidad a los virus para transmitir posteriormente, mientras que otros perecen en el intento.

Y probablemente la respuesta que pudiera parecerte más acertada es traer de vuelta el argumento de la “lotería genética”, es decir, algo como: -Si “tuve suerte” puede que haya heredado inmunidad. - mientras te encoges de hombros. Sin embargo, vivimos en una realidad que obedece reglas muy estrictas, siendo una de las más importantes que somos nosotros mismos quienes la estamos creando. De modo que es aquí donde es indispensable que te sacudas del “si tuve suerte” y te preguntes en qué consiste la “suerte” exactamente.


La “suerte” de los inmunes.


A pesar de que en recientes fechas ha sido estudiado exhaustivamente por especialistas el porqué de la inmunidad de algunas personas ante el COVID-19, no se ha logrado llegar a una respuesta concreta… ¿O sí?

Y por supuesto que, como todo, la respuesta depende del punto de vista:


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SÍ, porque los estudios revelan que estas personas inmunes cuentan con un cierto grupo de células, llamadas Células T, que son capaces de identificar y neutralizar la polimerasa, que es básicamente la máquina de replicación del virus, lo cual equivale a destruirlo antes de que sea capaz de replicarse y causar la sintomatología correspondiente. De modo que sí sabemos por qué de esta inmunidad.



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NO, porque a pesar de estos descubrimientos nadie parece tener la respuesta definitiva sobre ¿De qué depende que algunos individuos posean o desarrollen estas células T específicas y otros no?


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Y para dar respuesta a esto, es necesario empezar comprendiendo qué son estas:

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Las células T son un tipo extremadamente específico de células dedicadas a eliminar cualquier tipo de virus, bacteria o patógeno que logre ingresar a nuestro sistema. Existen billones de variedades de ellas; se generan en la médula ósea a partir de células madre, y cada una es programada para identificar alguna determinada proteína que combatir, dependiendo del virus o patógeno del que se trate; Y el procedimiento para ello no podría ser más sencillo: El virus entra en contacto con el cuerpo y el sistema inmune reconoce su estructura y la proteína específica por medio de la cual se “instala” en el organismo. Al momento, envía señales que ordenan la producción de células T específicas para ese tipo de virus. Estas células T son creadas en la médula y configuradas (gracias a pequeñas variantes en la replicación del código genético durante el proceso de división celular), para luego ser lanzadas al sistema por medio del torrente sanguíneo, alcanzando al virus y encargándose de eliminarlo.

Ahora bien, lo importante es tomar en cuenta que esta creación de células T es un proceso propio del sistema inmune en sí mismo, siendo una de las múltiples herramientas pertenecientes a los distintos procesos “automáticos” de perfecta ingeniería del cuerpo humano, que en conjunto cumplen al propósito de mantenernos en un constante estado de adaptación al ambiente en el cual vivimos. Lo que quiere decir que la capacidad de fabricar células T especializadas en deshacerse del virus responsable de causar COVID—19, no es un boleto ganador de lotería, sino una capacidad básica del sistema inmunológico humano, porque cualquier virus dentro de la familia Coronavirus no es distinto de otros billones de posibles variantes de patógenos, e incluso, células infectadas que las células T pueden combatir.

Entonces, ¿Por qué este virus en específico llegó a provocar una pandemia? Y ¿Por qué sólo algunos muestran esta inmunidad?


Comprendiendo la programación


Curiosamente, la respuesta a ambas preguntas es la misma: Programación.



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Nuestro cuerpo, sus funciones (y disfunciones), y la eficiencia del desempeño de las mismas, están sujetos a una programación proporcionada por nuestra consciencia, desde los dos aspectos que la conforman: De modo inconsciente está programado para funcionar de forma autónoma en su totalidad, incluyendo esto todos los sistemas complejos que nos mantienen con vida (sí, también el sistema inmunológico), sin embargo la historia no termina ahí; Ya que en este proceso de programación, también participa el ego, o parte consciente y por supuesto, absolutamente todo lo que en ella influye de modo significativo.


Partiendo de este punto, no es necesario hacer hincapié en lo mucho que contribuyó que el tema a nivel global haya sido Covid-19, lo mortífero que resulta y lo alarmante de su propagación, como (al menos) una píldora diaria de efecto nocebo, promoviendo con gran facilidad la programación del cuerpo por parte de nuestra consciencia para hacerse vulnerable a este específico tipo de virus.


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¿Por qué? Por la misma razón que los milagros ocurren, así como la oración conjunta manifiesta cosas imposibles y por la que, lo que más temes está constantemente manifestándose en tu vida: Si eres capaz de creerlo con un sentimiento tan poderoso como la fe, o el miedo, eres capaz de crearlo. Es decir, sólo aquello que concibes como real es aquello que se manifiesta en tu realidad.


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Es por esta razón que la inmunidad programada contra Covid-19 (o cualquiera que sea el caso) es una realidad igual de tangible que la manifestación misma de esta pandemia; ya que, analizando los hechos citados y una vez consciente de las capacidades de defensa que tiene tu cuerpo, (todo cuerpo humano, de hecho) puedes hacerte la pregunta:

¿Qué es más probable?: Que el sistema inmune de un 10% de la población mundial haya “fallado” en la defensa contra un específico tipo de virus entre billones de posibles variantes al mismo tiempo, o bien, que la programación del funcionamiento del cuerpo humano es un hecho y susceptible a lo que consideres posible o real.


¿Conclusiones?


La respuesta es tuya, ya que sólo en tu realidad, dentro de los límites de aquello que consideras posible serás capaz de responder a lo anterior.

Por lo demás, sólo podemos agregar hechos innegables: La pandemia ocurrió para causar un cambio en el estilo de vida que considerábamos como “normal”. Sin entrar en temas de discusión sobre si este cambio fue deliberadamente planeado o no, la verdad es que es un tiempo en el que la capacidad de adaptación de cada uno de nosotros es puesta a prueba, tanto de un modo biológico como también en los ámbitos de nuestra consciencia; Y en ambos aspectos pareciera esta la oportunidad ideal para adaptarse o morir; y esto, a nivel consciencia implica el tomar las riendas de la programación que proporcionamos a nuestro cuerpo, por medio de lo que sentimos y de lo que aceptamos como realidad. Sólo así seremos capaces de adquirir la prueba de que nuestro cuerpo funciona con base en una programación detallada, cuyo código yace en nuestro ADN, y que este código cambia obedeciendo a factores distintos. Que, en su estado inicial, esta programación posee todas las instrucciones necesarias para el propósito de funcionar a la perfección y mantenernos en un estado ideal de adaptación, con el fin de cumplir con los propósitos propios de cada individuo perteneciente a una especie; Y, lo más importante, que como consciencia participamos activamente en la modificación de esta programación, influenciándola con nuestras acciones, sentimientos y creencias.


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Todo padecimiento físico es, a final de cuentas, un desajuste en la programación original del funcionamiento de nuestro cuerpo, la manifestación de Covid-19 no es una diferencia. Cada padecimiento tiene como propósito hacernos conscientes de que somos nosotros quienes alteramos ese funcionamiento que estaba hecho para ser perfecto.

De modo que, siendo esta una época de grandes cambios, que requiere grandes adaptaciones, tal vez quieras aprovechar para darte cuenta de que no pierdes absolutamente nada al buscar la forma de hacerte cargo de programar el funcionamiento de tu cuerpo.

Ahora bien, si prefieres volver a la comodidad de la idea de que “tal vez no te sacaste el premio en la lotería genética” y que por ello no tienes desarrollada una inmunidad innata al coronavirus en cualquiera de sus variantes, simplemente recuerda lo siguiente:

1.- Toda la información genética que te constituye tal como eres, incluidas tus características físicas y el mismo funcionamiento de tu cuerpo, fue armado con un mínimo porcentaje (los estudios debaten entre un (5% y un 25%) de la información genética que posees en el núcleo de cada una de tus células. El mayor porcentaje (por obviedad, entre un 75% y un 95%) fue de inicio considerada como ADN basura. Sin embargo, no es otra cosa más que información genética recesiva, que participa en esos “ligeros cambios” en la replicación de ADN que logra milagros tan precisos como las células T.

2.- Diariamente, a causa de la división celular se están realizando millones de transcripciones de ADN, y todas las posibilidades de programar una inmunidad gracias a una configuración genética específica, se encuentran presentes dentro de ese gran porcentaje de arsenal genético “no utilizado” para constituirte (es decir, como tener guardados todos esos “boletos de lotería genética”).

3.- Lo que crees lo creas. Todo lo que consideras real es lo que constituye tu realidad. El preguntarte el ¿Cómo podría yo ser capaz de programar una inmunidad? Es exactamente lo mismo que preguntarte. ¿Cómo podría yo ser capaz de alterar mi sistema inmune para hacerlo vulnerable al coronavirus, justo ahora, cuando este ha coexistido con la humanidad desde milenios atrás?

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La decisión, si esto es o no real o si es o no posible, a final de todo, será tuya.

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