
Nivel 1 - ¿Cómo llegaste a este punto?
La negación es una de las reacciones más comunes cuando alguien te dice: “Lo que estás pasando, la realidad que vives justo ahora, la has creado tú”. Y es aún más común si la realidad te parece desfavorable o desagradable. Sin embargo, lo primero que necesitas es deshacerte de esa negación, ya que sólo de esa forma serás capaz de hacerte consciente de que esto no sólo es verdad, sino que es la única explicación lógica que le dará respuesta a todas las cuestiones de la vida que a veces parecen no tenerla.
Para responder eso es esencial comprender que antes que cualquier otra cosa eres un ser humano. Lo que implica que eres un individuo de una especie del reino animal, dotado de una consciencia que anima un cuerpo biológico, habitando un lugar específico de un planeta que orbita una estrella a una distancia precisa para sustentar vida.
¿Pero eso qué tiene que ver con tus problemas?
Tiene TODO que ver. De la descripción anterior en donde se resume tu existencia, absolutamente todos los elementos que son incluidos comparten un factor: Todos son regulados por leyes específicas y precisas que tienen un máximo fin común: Mantener el equilibrio. Este es el propósito que cumplen todas las especies (no sólo las del reino animal) en la naturaleza: Interactúan entre individuos de su especie obedeciendo reglas “instintivas”, y la especie en sí misma interactúa a su vez con otras especies, que rigen su vida bajo el mismo tipo de reglas, lo cual sirve al propósito de mantener en balance la vida en el planeta. Mismo planeta que obedece en sus movimientos a leyes precisas que llamamos “leyes de la física”, para mantener un equilibrio en el sistema solar, del cual forma parte.
Podríamos seguir infinitamente, sin embargo, el punto importante es notar que absolutamente todo en la existencia es definido por una serie de principios aplicables a cualquier caso que desees imaginar:
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Principio de dualidad: Nada es realmente una unidad. Cada aparente unidad (individuo) está conformada por sistemas y conforma junto a otras, a su vez, parte de un sistema mayor.
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Principio de equilibrio: Todos los individuos que conforman estos sistemas obedecen un conjunto de leyes matemáticas específicas destinadas a mantener el equilibrio entre sistemas.
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Principio de Abducción: Cuando existe el caso de que algún individuo no cumple con estas leyes de equilibrio, pone en peligro la estabilidad de otros individuos y finalmente, de todo el sistema; por lo que éste tiene capacidad de actuar como una unidad, que determina lo que ocurre con el individuo en desequilibrio.
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Principio de incidencia mutua: Cuando existe una interacción entre dos sistemas, la incidencia es mutua. Es decir, que ambos se ven modificados.
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Principio de replicación: Todo en la existencia se ve obligado a buscar replicarse a sí mismo, a modo de poder hacerse consciente de su propio funcionamiento.
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Principio de Opuestos complementarios: Todas las manifestaciones de la existencia se presentan en pares opuestos que se complementan entre sí.
Es así para todos y cada uno de los elementos que podamos tomar para ejemplificar esto: Una célula, un insecto, el bosque, los hongos, los volcanes, los planetas. TODO lo que conforma la existencia en sí misma responde a las mismas características.
Después de hacerte consciente de la realidad de esto, es inevitable comprender que tu existencia como ser humano, es definida y obedece a estas reglas que unifican todo lo que existe.
Probar como cierto el primer principio, a un nivel físico es sencillo: Tenemos conocimiento de que nuestro cuerpo está formado por sistemas (respiratorio, circulatorio, digestivo, nervioso, etc.) y que cada uno de estos está formado por órganos, mismos que a su vez están formados por células, cada una de las cuales también está conformada por sistemas, y así sucesivamente.
Probar el segundo principio también es sencillo a nivel físico: Sabemos que tanto las células, como los órganos, como los sistemas obedecen a ciclos específicos que son definidos por reglas de comportamiento: Cada cuánto se reproduce una célula, cuántas veces debe latir el corazón, qué tantas veces por minuto debemos respirar, etcétera, y todo esto con el propósito de mantener un equilibrio en el óptimo funcionamiento de nuestro cuerpo. Estos hechos han sido ampliamente estudiados por diversas especialidades científicas, por lo que no es difícil que estés familiarizados con estos conceptos. Sin embargo, no ha sido así de estudiada la parte de nuestra consciencia, esa esencia inmaterial que anima el cuerpo físico y sin la cual, simplemente no existiríamos como seres vivos.
Esta carencia generalizada de información respecto de cómo funciona nuestra consciencia es, sin duda, un punto clave para entender por qué en general, casi nadie vive la vida que desearía, ya que en definitiva es esta consciencia quien, a través de su interacción con todo lo que le rodea, define el curso de tu vida y el modo en el que día a día experimentas la realidad de la que formas parte.
Y en caso de que te estés planteando que es imposible que tu vida tenga incidencia en la creación de la realidad, recuerda que la vida se manifiesta del mismo modo en todos los sistemas, aunque a diferentes escalas, y como un excelente ejemplo puedes tomar el hecho comprobado de que una sola célula que funcione incorrectamente es suficiente para iniciar cáncer, y con esto, cambiar radicalmente la realidad que vives.
Partiendo de este punto, no debería resultarte complicado el comprender que tu incidencia en la creación de la realidad que vives es no solamente es un hecho, sino una consecuencia de le aplicación de una fórmula específica. Sin embargo, mientras no conoces el modo en el que esta fórmula trabaja, puedes pensar que la realidad está ahí, ya “hecha”, sin que tu puedas hacer nada al respecto.
a) ¿Cómo es posible que tú lo hayas creado?
b) Entonces, ¿Puedes modificar la realidad?
Sin dar mayores rodeos la respuesta es sí; Sin embargo, este hecho es uno de los muchos que te podría parecer más fantasía o ciencia ficción que una verdad tangible, y es por esto precisamente, que en esta actualidad en la que la humanidad se jacta de sus avances en conocimientos científicos “formales”, es preferible dejar de lado temas que por ser definidos como “pseudo científicos”, no parecen ofrecer opciones dignas de estudio.
Por fortuna, todas estas ciencias formales han estado investigando tal vez “sin querer” fracciones que en conjunto nos demuestran esta verdad: Eres completamente capaz de crear la realidad que vives.
Para comprender de un modo fácil el “cómo”, es indispensable tener presentes los principios por los que la existencia se rige, y hacerte consciente que tú, tanto como individuo como parte de un sistema mayor, obedeces (lo sepas o no, lo quieras o no) a esas mismas reglas que tienen como propósito mantener un equilibrio.
El porqué de esto es sencillo: Cada individuo por medio de su consciencia, está proyectando un fragmento de la realidad, que en conjunto con las proyecciones de todos los demás individuos “crean” la realidad general del sistema al que pertenecen, siendo esta “realidad general” lo que constituye el escenario de la vida que cada individuo experimenta. Esto es probado y respaldado de modo sencillo si observas con atención el modo en el que interactúa todo en el universo, en cualquier escala, lo cual constituye el cuarto principio existencial: Cuando existe una interacción entre dos sistemas, la incidencia es mutua. Es decir, que ambos se ven modificados. ¿Un ejemplo? Podrías pensar que el planeta que habitamos como un sistema en sí mismo. Un sistema complejo, que también ya está “hecho”, que nosotros sólo lo habitamos y no tendríamos modo de influir en él o modificarlo porque cosas como los ciclos del agua, los ecosistemas, las estaciones del año, dependen de cosas “mucho más grandes que nosotros”, que como el sistema “especie humana”, interactuamos con el sistema “Planeta Tierra”. A pesar de esto, no es necesario decir que, en efecto, el sistema “especie humana” ha modificado al sistema “planeta tierra”, y no precisamente de un modo favorable. Esto obedece a una ley universal de incidencia mutua. Es decir, si existe la incidencia de un sistema en otro, esta es recíproca.
Con base en este sencillo ejemplo, puedes deducir fácilmente que, si bien ya eres consciente de que la “realidad” influye en ti, basta usar esta lógica universal de la incidencia mutua para hacerte consciente de que tú también influyes en la realidad.
El proceso que prueba este hecho se está llevando a cabo ahora mismo dentro de ti: El cerebro humano está formado por aproximadamente mil millones de neuronas. Cada una de ellas un individuo/célula, formando parte de un sistema que, gracias a la energía en forma de impulsos eléctricos que estas neuronas transmiten, genera tu capacidad de ser consciente, de tener pensamientos, de sentir y de vivir.
Así, del mismo modo que podría parecer que la función de una neurona es “únicamente” transmitir energía, podrías pensar que tú “únicamente” existes en esta realidad y no determinas nada de lo que en ella sucede. Sin embargo, del mismo modo que un individuo/neurona que por sí misma es “ínfima”, es capaz de iniciar una reacción en cadena con un “simple” impulso eléctrico para que seas capaz de pensar, así también tú eres un individuo/humano transmitiendo energía capaz de crear una reacción en cadena y crear eventos que tal vez no alcanzas a imaginar.
Y para que seas capaz no sólo de imaginarlo, sino de concientizarlo como la realidad que es, es esencial que comprendas todas tus cualidades y capacidades.
