
Nivel 2 - Conoce de qué eres capaz y por qué
Gran parte del trabajo de la “educación” socialmente aceptable consiste en alejarte de tus instintos más básicos, a modo de retirar tu individualidad y volverte más “apto para alcanzar una vida exitosa” (conforme a lo que la sociedad te enseña que es éxito, claro está). Sin embargo, con este adoctrinamiento te obligan a aceptar todo lo que eres y no eres capaz de hacer, todo lo que es posible o no y todo lo que es real o no.
Esta es la razón directa por la cual muchas capacidades tanto de tu cuerpo como de tu consciencia son descartadas como “imposibles o irreales”, provocando con esto que pierdas la capacidad misma de desarrollarlas.
Sin embargo, todas estas capacidades permanecen latentes en forma de “instintos” a lo largo de tu vida, y no hace falta más que hacerte consciente de ellos, prestándoles atención.
a) Tu organismo, cómo funciona y sus capacidades.
Hablemos de ti como individuo/humano. Recordando el primer principio existencial, tú como individuo eres conformado por sistemas, cada uno de ellos interconectándose con el resto para poder dar lugar a tu existencia. La primera conjunción es entre el sistema/organismo biológico que es tu cuerpo y el sistema/consciencia o energía consciente que habita y anima ese organismo biológico.
De modo que, en términos de lo que a tu sistema/organismo biológico (tu cuerpo) se refiere, este ha sido dotado con todas las capacidades necesarias para que tu consciencia sobreviva e interactúe y a lo largo de tu vida experimente en equilibrio este mundo, adquiriendo así nuevo conocimiento que aportas mediante tu pertenencia y trascendencia al sistema/especie humana del cual formas parte.
Esto quiere decir que tu cuerpo, con todos sus complejos sistemas fue diseñado (y ha sido perfeccionado por una cantidad incontable de generaciones) como una obra maestra de ingeniería biológica.
Imagina por un momento que en una historia de ciencia ficción te narran un traje biológico, que fue diseñado para colonizar un planeta; Y que tiene capacidad para experimentar sensorialmente, mantenerse, adaptarse, defenderse, repararse, regenerarse, mejorarse a sí mismo y clonarse. Dicho de este modo suena sorprendente; Y a pesar de que sí pareciera algo digno de la ciencia ficción, esto es justamente lo que es tu cuerpo. En caso de que lo dudes o que nunca te lo hayas planteado de ese modo, piensa un poco en sus capacidades:
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Capacidad de experimentación sensorial: Tal vez esta es la capacidad que tienes más presente en tu vida. La capacidad de “sentir”. Lo cual ocurre por medio de órganos que reciben e interpretan ondas de luz, ondas vibratorias, partículas suspendidas, propiedades químicas y contacto, para convertirlos en señales eléctricas, por medio de las cuales, tu cerebro te indica qué está ocurriendo a tu alrededor.
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Capacidad de mantenimiento: Tu cuerpo es capaz de transformar alimentos en energía que mantiene en funcionamiento todos tus sistemas; pero no sólo eso, obtiene de una inimaginable cantidad de fuentes, nutrientes que mediante complejos procesos químicos, utiliza para crear una interminable cantidad de moléculas que utiliza para regular todos los complejos procesos que realiza. Se ocupa de manera autónoma de transformar estos alimentos, tomar lo que requiere para su subsistencia y desechar aquello que no necesita.
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Capacidad de adaptación: El cuerpo humano posee capacidad de adaptarse a muy diversos factores: Temperatura, presión, humedad, altitud, dieta, cantidad de sueño, cantidad de actividad física y un muy largo etcétera. Esto quiere decir que la finalidad de tu cuerpo es garantizar tu supervivencia del modo más funcional posible, no importando las condiciones que te rodeen.
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Capacidad de Defensa: Tu cuerpo está dotado de todo un sistema que se ocupa de mantener la defensa de sí mismo contra otros tipos de organismo tales como virus o bacterias: El sistema inmunológico, que no sólo está listo para neutralizar cualquier tipo de amenaza, sino que también es adaptativo, lo que significa que es capaz de crear células especializadas en destruir cualquier nuevo tipo de amenaza nueva que se presente.
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Capacidad de reparación: Los procesos “automáticos” de tu cuerpo incluyen, por supuesto, mecanismos de reparación. Lo que dicho de otro modo implica que, si sufres alguna herida, como una cortada o una quemadura, tu cuerpo tomará las medidas necesarias para realizar las reparaciones requeridas. Lo mismo que ocurre con la fractura de un hueso, si eres capaz de colocarlo en posición correcta e inmovilizarlo, tu cuerpo se encargará de repararlo de manera automática.
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Capacidad de regeneración: Todo en tu cuerpo se regenera. Gracias a la incesante multiplicación celular nuestro cuerpo posee capacidad de regenerar su piel, su sangre, sus tejidos, sus huesos, sus músculos, prácticamente todo. Lo que le permite no solamente mantener un óptimo funcionamiento de todos los sistemas, sino también hacer posibles las reparaciones que realiza, también de manera “automática”.
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Capacidad de mejora de sí mismo: Tu cuerpo posee la capacidad de mejorar e incrementar su rendimiento en cualquier aspecto. Del mismo modo que con un constante esfuerzo, los músculos sufren transformaciones visibles, tu cuerpo puede ser mejorado en tantos aspectos como puedas imaginar, con el fin mantenerse en un estado ideal de funcionamiento.
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Capacidad de Reproducción: Aunque no sea necesario explicar la capacidad de tu cuerpo para reproducirse, sí lo es el recapacitar en que, al hacerlo, obedece al instinto de trascendencia, al heredar mediante su código genético toda esa adaptación, conocimiento y mejoras que como individuo biológico ha adquirido, que es el modo mediante el cual, trasciende para mejorar el sistema al que pertenece.
Ahora bien, si prestas atención te darás cuenta de que todos los procesos que conforman estas capacidades de tu cuerpo son ejecutados en forma “automática”, es decir, que no requieren de que te hagas cargo de manera consciente de ellos. De modo que no debes recordar respirar, o hacer tu corazón latir, tampoco ordenar el despliegue de anticuerpos frente a una amenaza. Ya que todo, absolutamente TODO lo que implica el funcionamiento de tu cuerpo está a cargo de tu consciencia, hablando de esta como la energía consciente que anima tu cuerpo biológico.
Pero entonces ¿Cómo es posible que sea tu consciencia la que se encarga de estos procesos si tu no los realizas conscientemente?
A primera vista pareciera no tener sentido, sin embargo, para que lo tenga es necesario conocer aquello que conforma tu consciencia en toda la extensión de la palabra.
b) Tu consciencia, qué la conforma y cómo influye en tu vida.
Ahora bien, como todo individuo en cualquier especie, tu existencia pertenece a un sistema mayor, que a su vez conjunta otro mayor, lo cual te confiere la responsabilidad de existir bajo el segundo principio existencial (de equilibrio), y para guiarte en el camino de vivir en cumplimiento de ese principio, tu existencia trae consigo un instructivo detallado que se manifiesta por medio de seis instintos básicos: Supervivencia, Experimentación/Adquisición de conocimiento, Adaptación, Pertenencia, Trascendencia y Equilibrio. De modo que estos instintos constituyen la guía para vivir cumpliendo el principio de equilibrio, pero no sólo eso, son la guía para lograr el estado ideal de existencia plena de todo individuo, lo cual, para nosotros como humanos ha sido reducido al término felicidad.
Como ya mencionamos, hablar de tu consciencia, implica concebirla como una energía que es consciente de sí misma y que anima o da vida a tu cuerpo biológico. Sin embargo, obedeciendo al primer principio existencial, tampoco es una unidad, sino que está conformada por sistemas, que podemos desglosar como sistema de mente consciente o social (ego) y sistema de mente instintiva (inconsciente).
Como resulta lógico deducir, todos los procesos automáticos de tu cuerpo mencionados anteriormente, actúan bajo control y administración de tu mente instintiva, es decir, de tu inconsciente, ya que éste cumple la función de ser la energía base que anima y mantiene en funcionamiento el cuerpo biológico, actuando en estricto apego a los principios existenciales y manifestándose en nuestra consciencia mediante los seis instintos que ya mencionamos y que muy a grandes rasgos podríamos describir del modo siguiente:
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Instinto de Supervivencia: Probablemente el instinto más identificable por ser el más básico. El instinto de supervivencia es el protocolo mediante el cual tu inconsciente hace uso de todos los recursos “automáticos” del cuerpo para un simple propósito: Mantenerte vivo el tiempo suficiente como para cumplir tu propósito como individuo/humano. Pero no sólo eso, podrías ubicarlo también como esa fuerza que no sabes de dónde viene y que te obliga a seguir adelante cada vez que piensas en no hacerlo.
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Instinto de Experimentación/Adquisición de conocimiento: Otro de los instintos innegables que están presentes en tu vida como en la de cualquier otro ser humano, es la búsqueda instintiva de experimentación o adquisición de conocimiento. Este es el instinto que, manifestándose desde tempranas edades en la curiosidad característica de los niños, te invita de un modo casi obligado a experimentar absolutamente todo lo que te sea posible en el mundo a tu alrededor, como el método para el fin de la adquisición de conocimiento a través de todos los medios posibles. Ya que es este uno de los propósitos más importantes de nuestra existencia.
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Instinto de Adaptación: Probablemente uno de los instintos que más son desplazados por la consciencia social o ego; Sin embargo, cuando este instinto no se encuentra minimizado, bien puede describirse como la capacidad de resolver situaciones que presentan cualquier tipo de conflicto de una manera sencilla y natural, así como la cualidad de tener una postura flexible en la convivencia con otros individuos. El instinto de adaptación cumple el propósito de que cada individuo sea capaz de tomar decisiones que van en contra de sus deseos momentáneos mientras vayan en favor de un beneficio mayor.
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Instinto de Pertenencia: Tiene el propósito de hacernos conscientes de que pertenecemos a algo mayor que nosotros mismos, que fuimos creados con un propósito y que del cumplimiento de éste vendrán recompensas. En este instinto encontramos la seguridad de que estamos conectados con algo inmensurable y mucho más complejo que nosotros, es por esto que en este instinto hallan su cimiento todas las religiones, nombrándole la “Búsqueda de Dios”.
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Instinto de Trascendencia: La forma más sencilla de identificar este instinto es escuchar a un niño que sueña con crecer para convertirse en un científico reconocido, en un deportista sobresaliente, en un bombero, policía heroico o una actriz famosa. Sin embargo, no es que el instinto nos empuje a buscar “fama”, nos impulsa a buscar el reconocimiento, ya que éste invariablemente nace de la aportación del individuo al sistema. Es decir, el instinto de trascendencia te empuja a ir más allá de lo requerido, para aportar algo en beneficio de otro individuo o del sistema al que perteneces, recompensándote con el reconocimiento de ese mismo individuo y, por tanto, del sistema.
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Instinto de Equilibrio: Este instinto actúa en tu vida con el propósito de que “no perjudiques” a nadie para que tu ego pueda obtener un beneficio o una satisfacción. Caricaturizado como “la voz de tu conciencia”, normalmente se manifiesta en ti como una incomodidad o malestar generalizado que experimentas después de cierta decisión o acción (esa sensación que simplemente no logras identificar de dónde viene). Y es que, así como el instinto de trascendencia al ser acatado te gratifica con reconocimiento, cuando el instinto de equilibrio es ignorado, esta ausencia de balance te penaliza con experiencias desfavorables.
De modo que, desde el momento que la energía de tu esencia inconsciente llegó a animar tu cuerpo en formación dentro del vientre de tu madre, este conocimiento ya se encontraba presente dentro de esa misma esencia, inalterable, incorruptible y en total control del funcionamiento de tu cuerpo. Esta parte tan inmensurablemente importante de lo que te constituye como individuo, además de ser el “piloto automático” de tus funciones vitales y la manifestación de tus instintos, es también un depósito donde se guardan absolutamente todas tus vivencias, experiencias y sucesos a lo largo de tu vida, aunque tú de manera consciente “no los recuerdes”.
Así pues, esta parte de tu consciencia, que habita en tu cuerpo desde antes de que nacieras, es consciente de sí misma y de su propósito como individuo y como parte del sistema al que pertenece, y es la base sobre la cual, se edifica esa parte consciente de ti que es influenciada por varios factores en tu crecimiento y que una vez edificada, constituye tu ego.
Así también, esta parte inconsciente de ti, tiene prioridad de decisión y acción por sobre tu mente consciente (ego), llegando a ser en ocasiones responsable del 90% al 95% de tus decisiones, sin que siquiera te enteres de ello; Lo que quiere decir que, en términos de jerarquía, esta esencia inconsciente representaría la consciencia cero, ya que puede sobrescribir las decisiones en el ego, mientras que el ego no puede sobrescribir el protocolo de acción del inconsciente.
Ahora bien, complementando la totalidad de tu consciencia como humano, se encuentra la ya mencionada mente consciente, o ego. Este se comienza a edificar con posterioridad al nacimiento, alimentado en un principio de la limitada experimentación del recién nacido e influenciado de manera directa por las características del sistema (familia) que le rodea.
Es importante que tomes en cuenta que, si observas el comportamiento de los niños en general, comprobarás el hecho de que en la niñez aún se encuentran muy presentes los instintos que mencionamos con anterioridad. Por lo que los niños suelen ser individuos curiosos, creativos, honestos al grado de no tener filtro, siempre con grandes expectativas acerca de sus futuras vidas adultas, adaptables, empáticos y en búsqueda de reconocimiento.
Esto es debido a que en la niñez apenas y ha comenzado la edificación del ego, que en general, está a cargo del adoctrinamiento provisto con base en las costumbres familiares, posteriormente la escuela, el círculo social del individuo, la carrera que elija, y un largo etcétera, siendo todos estos ejemplos de las herramientas que el sistema/sociedad utiliza para realizar la “captura social” de cada individuo y amoldarlo a los estándares que el sistema en sí mismo considera aceptables.
Esta “captura social” del individuo por medio del adoctrinamiento consiste en “enseñarle” quién es, cuál es su propósito, qué es correcto que piense y que haga, qué debe sentir y cómo debe comportarse; se le enseña también lo que es “indispensable” que aprenda y cuáles son las formas en que debe aportar a la sociedad, enseñándole asimismo qué requisitos debería cumplir para considerarse exitoso. Así pues, usando en conjunto todas estas “enseñanzas” como molde base, la estructura social heredada realiza la captura de cada uno de los instintos por medio de los cuales la consciencia cero o inconsciente se manifiesta para guiarnos hacia un estado de vida plenamente feliz, y los sustituye con enseñanzas predeterminadas, ideas, reacciones, sentimientos y actitudes que en medida que avance la edad del individuo, se volverán la estructura de la consciencia primaria o ego.
Y es precisamente ese el motivo por el cual esta captura social no encuentra resistencia hablando de una gran mayoría de los individuos, ya que este adoctrinamiento hace uso de los instintos conscientes como cimientos para sus lecciones, logrando así que el individuo encuentre comprobación instintiva de lo que le está siendo enseñado. Así, una captura social exitosa, provoca que el ego de un individuo reconozca su instinto de supervivencia como uno de competitividad, el instinto de experimentación sería sustituido por la “enseñanza” de conocimientos ya existentes, el instinto de adaptación será entendido por la búsqueda de comodidad, el instinto de pertenencia será satisfecho por medio de la religión, el instinto que busca la trascendencia será interpretado por un deseo de fama o dinero, y finalmente el instinto de equilibrio será sustituido por lo que el ego identifique como “la ley”. De este modo, el resultado es un ego moldeado por la sociedad y entrenado para defender sus creencias como la única verdad absoluta, y encuentra respaldo para estas creencias en la malinterpretación de sus instintos, siendo claro que, a distintos niveles de captura social, distintos tipos identificables de ego.
De este modo, tu existencia como individuo, el cómo concibes la vida, lo que crees, lo que piensas y lo que sientes; tus acciones y decisiones que han moldeado el curso de tu vida han sido el resultado de la interacción de estas dos partes de tu consciencia. Por un lado, tu inconsciente o consciencia cero, manifestándose todo el tiempo mediante tus instintos, para orientarte a sobrevivir, experimentar el mundo y adquirir conocimiento, comprender tu pertenencia al sistema de la existencia misma y trascender mediante tu aportación en equilibrio a ese sistema al que perteneces, es decir: cumplir tu propósito como individuo/célula y así, en equilibrio, llegar al estado de felicidad plena.
Por otro lado, se encuentra el ego, o bien, tu mente consciente, que ha sido aleccionado para que pases toda tu vida corriendo en persecución de la felicidad, misma que concibes como tal mediante ejemplos de otros individuos, a quienes automáticamente comparas contigo en parámetros de educación, dinero, fama, poder, amor, familia, creencias, logros, etcétera; diciéndote constantemente que al llegar al éxito en uno más de esos parámetros, entonces serás feliz.
Esto obedece a que el ego interpreta la felicidad como la acumulación de una serie de “requisitos” que deben estar presentes en tu vida, mismos que te son recordados en cada etapa de ella. En el ego con captura social altamente exitosa, para “poder ser feliz” es necesario tener un título, una pareja, un buen trabajo, dinero, éxito, hijos y obedecer a Dios.
En este punto es obligatorio remarcar que, lo que socialmente pudiera ser concebido como la fórmula de la felicidad, es decir: Felicidad = La suma de todos los factores socialmente celebrados que hay en tu vida, es falsa. Pruebas por montones respaldan que a pesar de que un individuo tenga en su vida todo lo dicho, esto no garantiza su felicidad, ya que este estado pertenece al total dominio de la consciencia cero o inconsciente y es alcanzado mediante el cumplimiento del ego para con los protocolos de este inconsciente.
Resumiendo, tanto la consciencia cero o inconsciente, como la consciencia primaria o ego persiguen lo que sería presumiblemente el mismo fin: La felicidad.
Sin embargo, mientras la primera actúa en estricto seguimiento de los principios existenciales, base del instructivo escrito en tus instintos; la segunda, actúa en un (casi siempre “aparente”) seguimiento de lo que le ha sido enseñado en el proceso de captura social.
Bueno, pero ¿Cómo influye esto en tu vida?
Esto no influye en tu vida, esto determina tu vida. Como ya mencionamos, la consciencia cero o inconsciente tiene prioridad sobre el ego o consciencia primaria, pero el ego no puede cancelar, sobrescribir o modificar las leyes del inconsciente, ni alterar su protocolo. De modo que, cuando el inconsciente “sabe” lo que debe hacerse para actuar en apego a los principios existenciales, y el ego “cree saber” lo que debe hacerse, el inconsciente puede anular o sabotear las decisiones y acciones del ego como protocolo de “emergencia” para evitar que como individuo provoques un desequilibrio, en tu propia vida o en el sistema al que perteneces. Lo cual explica perfectamente el por qué no todos los individuos obtienen lo que desean; y no es que esto tenga absolutamente nada que ver con el concepto que tenemos de “suerte de unos cuantos”, sino con que seas capaz de lograr una alineación y coherencia entre las dos fuentes que dan origen a tu consciencia.
c) Cómo convivir contigo y por qué las cosas "no te salen"
Dicho del modo más simple posible, gracias a la captura social ejercida sobre los individuos durante el periodo de edificación del ego, lo más común es que la gran mayoría de ellos se encuentre ahora mismo en la búsqueda de ese elemento faltante para lograr la felicidad, siguiendo los ejemplos y acatando a las normas que le han sido enseñadas, y aun así, esa felicidad no termina de llegar. Ante esto, el sistema social justificará tal ausencia de felicidad con conceptos como: El destino, la suerte, la voluntad de Dios, o incluso ¿Por qué no? La misma genética, es decir, cualquier cosa con tal de no aceptar que el sistema social está equivocado en cuanto a su interpretación de la “fórmula de la felicidad”, y más allá de esto, que este sistema de captura social más que propiciar una vida feliz, en la mayoría de los casos propicia una cacería frenética de esos logros con los que el sistema social nos promete la felicidad.
No debería ser necesario hacer hincapié en que este método, lejos de llevar a cualquier individuo a un estado de felicidad genuina, tiene muchas más probabilidades de convertirlo en un manojo de frustraciones constantes, ya que esos “logros” que en automático persigue no han sido concebidas por sí mismo como una meta, las metas las elige el sistema por él por medio del aleccionamiento de lo que “es correcto”.
El resultado de este aleccionamiento es entonces, una sociedad humana plagada de individuos que cumplen con los requisitos de: actuar bajo los modales enseñados por su familia, haber asistido a recibir educación hasta completar una carrera, tener un trabajo, una pareja, hijos, tal vez incluso ir a la iglesia los domingos, pero aún así no se consideran felices. Y a pesar de esto, contribuyen a la perpetuación de este método, enseñándolo a sus hijos, con la esperanza de que a ellos sí les funcione ¿Tal vez?
De este modo, encontramos que conforme las generaciones avanzan, parecen acumular cada vez más requisitos para poder considerarse individuos exitosos en la vida y tener derecho a la felicidad, como si el sistema social se protegiera a sí mismo ante la ausencia de felicidad individual, haciéndola parecer “casi” imposible de conseguir.
Sin embargo, lo que parece ser la peor consecuencia de esto, es que una gran mayoría de los individuos son capturados por el sistema social con tanto éxito, que no sólo ignoran los instintos natos que los conducirían naturalmente a la felicidad, sino que atentan en contra de ellos con tal de conseguir lo que el ego piensa que necesita, creando con esto un desequilibrio dentro de la misma consciencia, hecho que, en resumidas cuentas, explica por qué “las cosas no te salen”, y el por qué es realmente muy lógico:
Tu consciencia cero, o inconsciente, que es el programa básico de funcionamiento de tu existencia (por decirlo de algún modo), tiene la función de guiarte para cumplir un propósito, te guía por medio de sus instintos a vivir la vida, a experimentar lo que te rodea, a actuar en equilibrio dentro de ti y con los demás sistemas, a aportar a estos y a trascender, siempre en respeto y apego a los principios existenciales ya que esto es lo que garantiza tu estado de felicidad.
Tu consciencia primaria, o ego, que es tu mente consciente, resultado de todas las enseñanzas del sistema social, tiene como objetivo (la intención de) llegar a alcanzar la felicidad en algún punto, después de haber cumplido con todos los requerimientos que el sistema social impone y, por supuesto, después de que resuelvas todos los problemas que (lo notes o no) han sido creados por esa “cacería” de lo que tu ego entiende como felicidad.
Ahora bien, podríamos decir tal vez que ambos sistemas de consciencia buscan exactamente lo mismo: “la felicidad”; Sin embargo, desde la concepción de la misma se abren abismales diferencias para ambos sistemas, ya que la consciencia cero ejecuta el cumplimiento de un propósito para llegar a un estado ideal de existencia; Mientras que el ego ejecuta una recolección de requerimientos, eventos, relaciones u objetos para poder rellenar la ausencia de esa plenitud que otorga el estado ideal de existencia.
Resulta muy lógico entonces comprender que en la mayoría de los individuos existe una discrepancia interna respecto del propósito de sus vidas (por decir lo menos), siendo el síntoma más común tan simple como el: No saber lo que quieres. Pero no se detiene ahí, porque al "no saber lo que quieres", terminas influenciado por el sistema social, que te dice (por ejemplo) que seguro te falta una pareja para ser feliz. De modo que te planteas la pregunta, pero como es costumbre buscas confirmación en el exterior, y como “por arte de magia” te encuentras con una pareja conocida y notas lo “felices que se ven” y esto hace que empieces a ver señales en todos lados, corazones, una comedia romántica en televisión abierta, un comercial… Así que está decidido, las señales no mienten y determinas que “necesitas una pareja”. Sin importar el elemento que se tome como ejemplo, cuando el ego toma la decisión de ir tras ese algo, de lo cual se convenció a sí mismo que necesita para ser feliz, minimiza aún más la atención prestada a los instintos de la consciencia cero, con lo que lógicamente incrementa la discrepancia entre los objetivos de ambos sistemas de conciencia.
Lo que aquí resulta importante es aprender a notar el protocolo de acción que sigue el inconsciente (consciencia cero) ante una discrepancia significativa entre su propósito y el objetivo del ego:
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Neutralización: Tu inconsciente cancela (neutraliza) las decisiones del ego.
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Captura: Tu inconsciente toma control de tus acciones.
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Penalización: Tu inconsciente crea situaciones adversas para apartar a tu ego de su objetivo.
Podemos clarificar el funcionamiento de este protocolo siguiendo con el ejemplo anterior:
Digamos que tu ego está convencido de que necesitas una pareja mientras tu inconsciente sabe que tu ausencia de felicidad se debe a una búsqueda instintiva de trascendencia. En la etapa de neutralización, el inconsciente cancelará las decisiones que tomes para propiciar el conseguir una pareja. Si decides llamar por la tarde a alguien que pudiera ser un prospecto, “lo olvidarás” debido a cualquier otra situación; Si tenías decidido salir el fin de semana buscando conocer a alguien, tendrás tal vez un resfriado repentino y ya no estarás de humor, y así sucesivamente.
Sin embargo, el ego puede estar convencido aún así que una pareja es lo que necesitas, de modo que sigues adelante y tal vez llegaste a tener alguna cita o incluso conseguir una pareja, por lo que el inconsciente implementará el nivel de captura. Esto quiere decir que tal vez estando en esa cita hiciste un comentario que arruinó todo y tu “ni siquiera sabes por qué dijiste eso”, o bien, tal vez querías darle un beso y terminaste golpeándole la nariz, o ¿Por qué no? Tal vez “accidentalmente” le llamaste por el nombre de tu ex…
Hasta ahora, tal vez decidas desistir, y analizar el por qué han sucedido esos “eventos desfavorables”, tal vez incluso prestes atención a tu instinto y decidas poner tu atención en descifrar lo que sientes… O tal vez tu ego se convenza de que lo sucedido no es más que “mala suerte” y decida seguir adelante. En este caso tu inconsciente entraría en fase de penalización, siendo esta la que te representa “adversidad, pesar o sufrimiento” en la vida. Siguiendo el ejemplo, ese deseo de una pareja puede convertirse en una relación destructiva en la que realmente te resulta doloroso estar. Pero ¿Por qué?
La adversidad, el dolor, el sufrimiento aparecen cuando, para satisfacer la necesidad que el ego cree tener de una pareja (en este caso), caes en acciones que perjudican, dañan o hieren a otros y que, por lo tanto, afectan el principio de equilibrio.
Y no es que tenga absolutamente nada de “malo” el querer una pareja, o cualquier otra cosa que pudieras desear, y tampoco quiere decir que no estás “hecho para el amor” ni mucho menos. Es sólo que a veces aquello que tu ego cree necesitar, lejos de propiciar un equilibrio que contribuya al propósito de tu vida, crea un desbalance, mismo que si no se corrige podría acarrearte penalización.
De modo que, puede que tu no veas conflicto ni dificultad en nada de lo que deseas (y es que no hay nada de malo), es sólo que el inconsciente o consciencia cero tiene acceso a cantidades inimaginables de información de las que tu ego consciente no tiene la más mínima idea; Una parte de esta información son todas las experiencias que has vivido, absolutamente todas, tus reacciones, recuerdos que tu conscientemente has dejado atrás, etc. Con base en esta información, tu inconsciente realiza operaciones matemáticas en las que proyecta el resultado de la interacción de tu estado actual como individuo en un sistema de pareja. Si el resultado de esas proyecciones contribuye o propicia su (tu) propósito como individuo, es decir, si te servirá como enseñanza o como medio para trascender, el inconsciente te permitirá aquello que deseas. Si, por el contrario, el resultado de estas predicciones se inclina hacia un desequilibrio o al perjuicio para ti mismo o para otros, el inconsciente iniciará su protocolo de defensa, alejándote del objetivo de tu ego y penalizándote si has caído en desbalance.
Este es el medio por el cual la consciencia cero tiene la capacidad y autoridad de intervenir en tu vida, para encauzarte en el entendimiento de tu propósito como individuo y ayudarte a propiciar, mantener o recuperar el equilibrio dentro de ti, de inicio. Ya que, sin un equilibrio entre las prioridades de ambos sistemas de consciencia, siempre estarás atado al protocolo de “emergencia” de tu inconsciente, sin poder real de tomar decisiones y con la constante sensación de frustración por no saber qué está provocando esa situación.
La parte interesante, en caso de que te lo estés preguntando, sería confirmar el hecho implícito de que si tú, como ego consciente logras comprender tu propósito y así eliminar la discrepancia entre los sistemas que conforman tu consciencia, podrás volverte consciente de tu grado de desbalance, para tomar las acciones necesarias y poner de nuevo la balanza en equilibrio con el sistema al que perteneces; Y una vez hecho esto, crear exactamente la vida que deseas vivir, en apego al cumplimiento de tu propósito y sin la restricción de seguridad de tu inconsciente.
